jueves, 31 de octubre de 2013

La mesnada senderista murciana rebasa el Mojón e invade el Reino de Valencia

En abierto desafío a las fronteras pactadas en el Tratado de Torrellas de 1304, hordas senderistas murcianas, reclaman para sus pasos los antiguos territorios de la Cora de Tudmir.  Rebasaron el Mojón del reino cientos de radicales armados de bota y bastón en lo que se antoja un subversivo desafuero hacia acuerdos y tratados pasados. Ante la mirada impávida de bañistas y nuevos pobladores germánicos de esa raza de impostadas tonalidades que van del intenso rojo langostino al suave salmonete, y que ahora habitan las tierras desgajadas del antiguo Reino de Murcia. Como no se puede poner puertas al monte, ni a la playa, vemos a estos fanáticos del paso doblar el mojón y pasearse desafiantes frente a la Torre de la Horadada. La vieja torre vigía de inicios del XVI servía para atisbar la llegada de piratas berberiscos pero se muestra inoperante ante esta nueva amenaza o provocación que llega por tierra. Ni saeteros ni ballesteros, los lugareños armados de frescas y rubias cervecitas se refugiaron en los cercanos chiringuitos y permitieron que la incursión llegara hasta La Zenia y Punta Brava. La valerosa mesnada de murcianos la formaban caminantes de todas las villas, encomiendas, concejos y señoríos del Reino. Milicias concejiles de Cartagena, Lorca y Murcia, gentes de Mula del señorío de los Vélez, Totaneros de la Encomienda santiaguista, caballeros de la orden de San Juan en Calasparra, del Señorío de Molina,  hasta el obispo de Cartagena y el Adelantado del Reino enviaron a sus mejores caminantes. Tan sólo retuvo sus pasos unos minutos, la bella fortaleza de arena que les sorprendió en la playa de la Zenia, mucho más disuasoria, como ven en la foto, que la Torre de la Horadada.
Es ya la tercera vez este año que se internan en Alicante, desafiantes y sin sigilo alguno, estos incorregibles y porfiados subversivos del paso. Anteriormente fueron la laguna de la Mata y la hermosa sede episcopal de Orihuela quienes sufrieron su paso firme y contumaz. Nadie parece ya capaz de poner freno a tan subversivos garbeos.

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