lunes, 25 de noviembre de 2013

Furibundas huestes senderistas vuelven a desafiar la historia y se internan desde Cieza hasta las puertas del Valle Morisco

Las furibundas huestes senderistas vuelven a desafiar historia,  decretos reales y hasta la forma de cazarse la boina.  En busca de absurdas identidades y yayofláuticas memorias históricas,  rememoran turbias caminatas de cuatro siglos atrás  Sí señores, estos incorregibles fanáticos del paso vuelven a hoyar las antiguas tierras moriscas de la Medina Siyyasa, Abarán y Blanca, y así  hasta el Azud de Ojós, a las puertas mismas del Valle de Ricote, donde hace ahora 400 años, en diciembre de 1613, se expulsó a los últimos moriscos de España. ¿Qué oscuros propósitos guían sus, sólo en apariencia, erráticos garbeos? No, no crean que esto es casual, ni que tienen la intención de conmemorar tan justa expulsión de falsos cristianos, gentes judaizantes, sarracenas y de mal vivir. Se rumorea que entre las filas senderistas hay gentes de oscuros y dudosos linajes, sangre impura de falsos conversos: los alcaraz, benarés, banegas, buendía, illán, gallego, maestre, herrero, y ¿cómo no?, el culpable de todo: ¡ zapatero! Estos sujetos, a lo que vienen es a desafiar el antiguo decreto de nuestro bien amado monarca. Quieren que vuelvan sus descendientes y revertir así las disposiciones regias.
Sepan ustedes que la expulsión de los moriscos de la Monarquía Hispánica fue ordenada por el rey Felipe III y fue llevada a cabo de forma escalonada entre 1609 y 1613. Los primeros moriscos expulsados fueron los del Reino de Valencia (el decreto se hizo público el 22 de septiembe de 1609), a los que siguieron los de Andalucía (10 de enero de 1610), Extremadura y las dos Castillas (10 de julio de 1610), en la Corona de Castilla, y los del Reino de Aragón y el Principado de Cataluña (29 de mayo de 1610), en la Corona de Aragón. Los últimos expulsados, y de allí viene tan arraigada tradición de ser los últimos en casi todo, fueron los del Reino de Murcia, primero los de origen granadino (8 de octubre de 1610), y más tarde los del valle de Ricote y el resto de moriscos antiguos (octubre de 1613). Tras la promulgación de los decretos de expulsión, se celebró el 25 de marzo de 1611 en Madrid una hermosa  procesión de acción de gracias "a la que asistió Su Majestad vestido de blanco, muy galán", según relató un cronista. En total fueron expulsadas unas 300.000 personas. Una hermosa gesta histórica de la que algunos, entre ellos los senderistas, pretenden ahora que nos avergoncemos. Y no debemos consentirlo, los motivos son de sobra conocidos y bien justos. Pues estas gentes robaban gallinas y pertrechos, y confundían a las buenos cristianos con sus falsas conversiones. Se dice que raptaban niños de pecho y los cocinaban en pelotas con fuertes especias para mofarse de las entrañables celebraciones navideñas de sus convecinos, viejos cristianos de sangre.
Murcia se convirtió en el último reducto de los moriscos que se resistieron a salir de la Península Ibérica. Concretamente los moriscos del Valle de Ricote, que habían convivido durante cientos de años con la población cristiana, se ocultaron en cuevas y porfiaron por quedarse en lo que, decían los muy ladinos, habían sido sus casas durante siglos. Finalmente marcharon. Y todo eso a pelo, sin AVE, ni Ryan Air, a patita, en burro y en hacinadas galeras desde Cartagena.
     Entre el 3 y el 13 de diciembre, las tropas cristianas detuvieron a los moriscos de Villanueva del Río Segura. Los días 17 y 18 llegaron a Cartagena los moriscos de Ricote para su expulsión a Mallorca, concretamente fueron doscientas mujeres casadas. El segundo grupo salió el 25 de enero de 1614 rumbo a Orán. En enero fueron unos 270 moriscos quienes marcharon a Génova, Liorna y Nápoles. Desde Abanilla y Fortuna salieron cerca de 1.700 moriscos, un millar de Pliego y de las pedanías murcianas de Javalí, La Ñora o La Raya. Quedaron prácticamente deshabitadas poblaciones como Ceutí, Campos del Rio, Lorquí y Las Torres de Cotillas. A todo ello hay que añadir que la Inquisición valientemente sentenció y ejemplarmente ejecutó entre 1557 y 1568 a 154 moriscos por practicar la religión islámica. Entre 1562 y 1585, 17 personas del Valle de Ricote, de las que 16 eran de Blanca (entre ellas los alcaldes Luis Ramí y Francisco Jufré) fueron felizmente ejecutados, siendo el resto justamente expoliado de tierras y propiedades, torturados y expulsados.

     Pero por desgracia, no todo marchó como había previsto nuestro sabio monarca de aquel tiempo. Arraigados a su tierra natal, muchos de los moriscos regresaron de incógnito, en lo que se nos antoja una precursora modalidad de malhadado protosenderimo, nocturno y alevoso; permaneciendo ocultos y  creando familias que durante siglos vivieron en el Valle de Ricote, Albudeite, Fortuna y Abanilla. Se rumorea que muchos vecinos, haciendo gala de una mal entendida caridad cristiana, les ayudaron a ocultarse y les proveyeron de pitanzas en las cuevas y recovecos del escondido valle. Jerónimo Medinilla, visitador de la Orden de Santiago, censó en 1634 ante su sorpresa una gran cantidad de moriscos que habían regresado o no habían sido expulsados y vivían en el Valle de Ricote de forma ilegal. Muchas de esas ramas familiares moriscas, bajo apellidos castellanos, han llegado hasta hoy y se dice que, como antaño, han encontrado amparo entre las gentes de la bota y el bastón. ¿Acaso no se han percatado de los cabellos crespos que se ocultan bajo las gorras, de esos rostros cetrinos y subidos de tono que abundan entre tan atrabiliaria mesnada? Y esos sospechosos apellidos que engrosan las huestes senderistas. Sin ir más lejos, observen en la última foto a su nueva lugarteniente, quien con el pelo ensortijado, los ojos acastañados y la tez aceitunada dirige con paso firme, armada de bastón y amplia sonrisa, tan peligrosa banda de caminantes. Se hace llamar Loles de la Arboleja, pero hay quien dice que es vástaga de un noble linaje andalusí, que sus pasos se remontan a los Ibn Mardanis de Albudeite, que es una fingida Zoraida salida de las Mil y una Noches, y no del Romancero Castellano.

Salieron pues estos sujetos, el domingo 24 de noviembre del presente, de la Madina Siyyasa, tantos siglos abandonada en lo alto del risco, liderados por la subsodicha Loles. Mientras tanto su adalid mayor,  el porfiado heraldo de Torreagüera, para despistar, se había hecho fuerte en lo alto de la Sagra, en la frontera con el reino nazarí de Granada. Una ingeniosa maniobra de pinza y bota.
Sigilosos caminaron raudo hasta Abarán, atravesando el Menjú y tantas feraces huertas que riegan las acequias del Segura. No encontraron apenas oposición. Tan sólo reseñar que modernos caballeros de Abarán, con casco en lugar de yelmo, les salieron al encuentro a lomos de briosos corceles de dos ruedas. Al parecer celebraban un torneo / carrera de bicis de montaña. Con sutiles y ágiles contoneos de cadera, los senderistas los esquivaron apartándose a un lado del camino. Algún jinete se piñó y dio de bruces en el sendero, pero no llegó a más la escaramuza.
Ya en Abarán, los senderistas tomaron posesión de las distintas Norias y folgaron a sus anchas en la playa fluvial y el parque municipal. Compartieron pitanzas y caldos de Yecla y de Jumilla. Incluso se hicieron servir de los solícitos taberneros del chiringuito cercano.
La marcha continuó por la ribera derecha hasta la Peña Negra de Blanca. El desmochado castillo se vio impotente ante sus pasos, y sin oposición alguna, bebieron la última cerveza en los mesones y posadas de Blanca. Al salir, en autobús subieron hacia el mirador de Bayna y contemplaron el azud de Ojós, ahora franco para sus pasos. Pero en un alarde de autosuficiencia, sabiéndose invencibles, despreciaron la toma del valle de Ricote. Simplemente partieron como habían llegado. No obstante, dejaron claro su mensaje. El Valle es suyo y a Ulea, Ojós o Ricote retornarán cuando gusten, y ningún monarca osará expulsar de nuevo a los antiguos linajes moriscos de estas tierras. 

Hay que hacer notar que las fotos fueron tomadas por valientes infiltrados,: las buenas son de Paco Portillo  y Felisa,  y las no tan buenas de un servidor

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